En España se comen cocidos, pucheros y potajes desde la Edad Media como mínimo.
Digo "como mínimo", porque es cuando se tiene constancia, pero probablemente sería mucho antes. Cuanto más hacia acá, más referencias literarias.
La cosa es simple: todo a la olla y hervir muchas horas.
Ya está.
¿Es simple, verdad? Pues en Francia no tendrían ollas, o no habían prestado atención, porque cuando en el siglo diecisiete les llegó el recetario de Diego Granado “Libro del arte de cozina”, fliparon con la “Olla podrida".
Y ya se sabe que cuando algo extranjero triunfa en Francia, pasa a ser francés. A aquella mezcla, ellos la tradujeron literalmente como “Pot pourri”, y de ahí nos vino, como una palabra francesa más, “popurrí”.
Y por culpa de los franceses tuvimos que tragarnos todos esos conciertos plastas de Los Chichos, Luis Cobos o La Década Prodigiosa.