La Iglesia católica condenó el libro de Nicolás Copérnico que dice que la Tierra gira alrededor del sol.
Era tal día como hoy, de 1616, pero el libro se había publicado mucho antes: en 1543.
La teoría de Copérnico viene a decir que el centro del universo no es la Tierra, como se creía, sino el Sol, y mucha gente se enfadó. Luego hubo disputas, con los años se fue enrareciendo el ambiente, muchos lo desaconsejaban por sacrílego, y otros, como la Universidad de Salamanca, lo recomendaron e incluso lo tenían como lectura obligatoria. La Iglesia católica se cabreó en serio y acabó prohibiendo el libro.
Eran tiempos convulsos, fascinantes. Estaba naciendo la Edad Moderna.
Ahora tú dirás:
Y a mí qué me importa.
Bueno, debería, porque este pequeño cambio de perspectiva, el dudar de lo que sabíamos, el no considerar las cosas como se creía sino como son realmente, fue muy importante en esa época. Por ejemplo, después de él en pocos años vinieron Kepler, Bruno, Galileo y Newton, para desembocar en el método científico, el empirismo y la ciencia moderna.
Dicho de otro modo, sin todo esto hoy no tendríamos trenes, ordenadores ni hospitales.
Te dejo con una frase suya:
“Saber que sabemos lo que sabemos y saber que no sabemos lo que no sabemos, ese es el verdadero conocimiento”.
Pues sí, un tipo listo Copérnico.
Aunque costó mogollón abrirle la mollera a los mandamases católicos. O en general.
Años después, en 1633, Galileo Galilei tuvo que abjurar de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición (Santa, ejem)
Pero..., como él dijo:
"E pur si muove"
"Y, sin embargo, se mueve"
No nos viene mal recordarlo en estos tiempos confusos, negacionistas.
Hay tantas cosas que no sabemos... Somos unos grandes ignorantes y es bueno reconocerlo.