Se acerca Sant Jordi, el Día del Libro. Mi mejor día del año, sin duda, y también el de las novedades editoriales de usar y tirar.
Hoy no quiero hablarte del despropósito del sistema de publicación de libros, sino de una cosa aún peor:
El disparate de la literatura infantil.
O, mejor dicho, de lo que los adultos creen que tiene que gustar a los niños (y niñas).
Lo que los mayores quieren meter en la cabecitas de los peques, hasta ese momento tan ilusionados, tan abiertos a la imaginación y a la alegría de descubrir cosas de este mundo por sí mismos.
Como mariposillas revoloteando en un campo lleno de flores, hadas y árboles mágicos, peligrosos hechizos y preciosos tesoros escondidos.
Hasta que “plaf”, vienen los tiranos del pensamiento a castrar sus tiernas ansias de vivir.
Para ello, voy a hablarte de una joya publicada hace treinta años, un libro que fue satírico en su momento, casi ciencia ficción de tan disparatado… pero que hoy es tristemente realista.
Cuentos infantiles políticamente correctos
James Finn Garner escribió “Politically Correct Bedtime Stories” cuando los millennials aún iban a primaria, cuando decir “ellos y ellas” aún sonaba ridículo.
En su libro, el lobo de los tres cerditos era un imperialista sin escrúpulos, que no pudo vencerlos porque murió de un infarto al soplar, como consecuencia de sus malos hábitos alimentarios.
Los cerditos, obviamente, eran solidarios y respetuosos con el medio ambiente.
Cabe decir que los cerditos habían pedido ayuda insistentemente a la ONU y a varias ONGs, y que tras su victoria convirtieron su hogar en un proyecto de sociedad socialista modélica en cuanto a educación, sanidad y vivienda.
En otro cuento del libro, un personaje no era pobre, sino “de bajo nivel socioeconómico”, y un borracho había “abusado del alcohol”, o el padre de Blancanieves se vuelve a casar con “una persona femenina con problemas de autoestima”.
Hilarante.
Bueno, hilarante en 1994.
Este libro me hizo reír mucho, porque ya sabes que la sátira me chifla. Ya se veía que la cosa iba por ahí, era una risa pesimista, histérica, casi como un último estertor. (Tiendo al pesimismo, no soy tonto, pero, francamente, nunca imaginé lo de hoy).
Hasta aquí este apunte distópico.
Si tienes hijos, ¡sálvalos!
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Gracias por la reflexión.
Cómo responsable de una individua de 8 añitos y migrante, este tema es una de las cosas que más trabajo me está costando a la hora de tratar de mediar la educación de la pequeña, con respecto a lo que el resto de gente con la que convive y le proyecta cosas "educativa para niños" menos mal que siempre he sido rebelde y mantengo
Gracias por la reflexión y acercarme a James Finn Garner. He leído uno de los cuentos y me he reído mucho, ha sido un gran descubrimiento.
Me encantaría que nos acercaras a más autores que trataron a los niños con el respeto que se les debe. ¡Gracias!