El arte son muchas cosas.
Y, si eres de esas personas que piensa que no saben dibujar o escribir, o que para el arte se necesita un don celestial, estudiar Bellas Artes, o vender obras muy caras en galerías, me gustaría quitarte esa idea de la cabeza.
Porque me sabe muy mal que tanta gente no dibuje por culpa de estos discursos que nos meten desde la escuela.
Hay una idea muy poderosa que los últimos años se ha extendido todavía más, y que añade todavía más daño al que ya había. Una idea relacionada con lo que valen las cosas. Y con lo que nosotros creemos que valen las cosas.
Y la conversión de esa creencia en euros.
El dinero
Durante la mayor parte de mi vida me sentí un fracasado. Un perdedor. Una mierda a la izquierda.
Y todo por un motivo: no podía vivir del arte.
La razón es bien simple: no sé vender.
El arte es técnica, es expresión, son vivencias, errores… muchas cosas que hay que solucionar y mejorar. Y se vive muy de dentro –porque el arte es desde dentro– y remueve cosas y toca fibras y tal…
Y cuando por fin alcanzas un grado de ser la hostia, te das cuenta de que no sirve de nada porque no sabes convertirlo a euros.
Muchos aprendizajes
Fue por eso –y para entender cómo funcionan los humanos; todo un misterio, con sus “puntos de dolor” y esas cositas– que hace unos seis o siete años me interesé muy fuerte por el marketing.
Estudié y leí durante años, me sigo informando y estoy al día de todas las palabras nuevas que se inventan, como “Funnel Hacking” (jajajaja)...
Hasta cursé un postgrado de Comunicación de Marca en la UOC (en el que no aprendí nada nuevo, debo decir).
Todo esto me dio una nueva perspectiva sobre el dinero, sobre el arte y, por encima de todo, sobre el comportamiento de los humanos.
(Esos adorables bichitos…).
Por eso decidí compartirlo en esta otra newsletter, que un día será un libro:
Cómo ser imbécil
Newsletter privada y satírica, llena de aprendizajes para ser rico en dos semanas y todas esas tonterías que no puedes ignorar.
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